Negro y blanco

Por Pedro García Pinto.

El chalet era uno más de la urbanización. En el primer cinturón metropolitano de la capital estaba a escasos minutos de ella, al borde casi de una autovía tranquila excepto a las horas punta. No era el caso. Aparcó a unos cincuenta metros cuando lo identificó. Porque sí había un detalle chocante que lo diferenciaba de los demás. Un detalle que había que conocer porque si no, pasaba desapercibido. En uno de sus laterales se observaba el tiro de obra de una chimenea y el remate de esta, de teja árabe, tenía pintada en sus cuatro caras una banderola triangular que recordaba las bolsas de una conocida gran superficie. Horizontalmente estaba dividida en dos partes, una de ellas pintada de negro y la otra del mismo blanco que todo el edificio. Sobre uno de los pilares que enmarcaban la puerta de acceso, en uno de los lados del muro, algo más alto este de lo habitual y coronado por una hilera de ladrillo viejo, había un sencillo azulejo con el nombre de la casa: “Negro y blanco”. No se veía ninguna cámara de grabación aunque sí, discretamente, el consabido cartel de una empresa de seguridad.

Abandonó el último atisbo de timidez y timbró en el videoportero. Sin recibir contestación un sonido de leve chicharra le informó que el cancel, cubierto de chapa y por tanto opaco, estaba abierto. Un camino de losas de barro estaba perfilado por un césped muy cuidado. Antes de subir el tercer escalón la puerta metálica de cuarterones donde se alternaban los blancos y los negros se abrió. Una señora de unos cuarenta años, guapa, moderadamente maquillada, vestida con una túnica de gasa negra que dejaba adivinar una lencería interior de lo más sugestivo le sonreía.

—Bienvenido. No me suena tu cara. ¿Tu primera vez?

—Emmm… Bueno, sí. Es la primera vez que vengo aquí, pero si te refieres a… No, no es la primera vez. A mis años… –Esbozó una sonrisa de pretendida suficiencia.

Y haciendo un derroche para eliminar los restos de timidez la agarra suavemente por el talle.

—¿Vas a ser tú la que me acompañe?

—No, rico –le dice ella, mientras también con suavidad le retira la mano–. Yo estoy aquí para recibirte y buscarte a la chica que más te guste.

Lo hace pasar a un salón con las paredes revestidas de lo que parece ser una tela elegante con un color al que se le ocurre llamar fucsia. Dos enormes sofás blancos con cojines negros, unas mesas bien distribuidas con flores secas que parecen amapolas de la adormidera y tres grandes cuadros, casi murales con imágenes estimulantes donde es más lo que se adivina que lo que se ve. Una música suave ambienta la situación y en ella se perciben leves quejidos de mujer que hacen pensar en lo mejor.

No ha tenido tiempo de recrearse lo suficiente en la decoración cuando aparece por una puerta revestida de la misma tela que las paredes una chica alta, morena, de una edad indefinida entre los treinta y los treinta y bastantes, con un cuerpo bien cuidado que se ofrece/oculta con una ropa interior sugestiva y un ligerísimo salto de cama de un tul transparente. No dice una palabra. Va descalza y no es difícil apreciar una cuidadosa pedicura que no disimula unos juanetes por desgracia prominentes. Cruza el salón dos veces a todo lo largo mirándolo a los ojos y se para ante él.

—Me llamo Silveria –dice con una voz grave y melodiosa–. Recuérdame.

Cruza la puerta, sale y antes de cerrarse aparece en ella una chica más redondita, no muy alta, cuyas curvas no resultan en ningún momento exageradas. Luce una sonrisa picarona y su ropa interior se reduce a un diminuto tanga rosa cuyos hilos engarzan pequeñas piedrecillas también rosas. Un picardías también rosa de un tejido que bien habría podido ser tejido por una araña por su levedad le llega poco más que por encima de medio muslo. Sus senos son deliciosamente redondos y enhiestos pero él no reprime la idea de que ha intervenido la cirugía en su esplendor. Repite el desfile sin abandonar su sonrisa y al pasar delante de él le guiña de forma picaresca.

—Me llamo Cintia y no debes olvidar mi nombre. –Con un mohín se da media vuelta para que él admire sus redondeces posteriores donde cree adivinar que allí no ha habido ninguna actuación quirúrgica sino una hermosa dotación proporcionada por la madre naturaleza. Se encamina hacia la puerta fucsia que ya solo está ligeramente entornada y desaparece.

Solo unos segundos después se deslumbra ante una melena rojiza, un quieto vendaval de rizos que semejan una corona de fuego sobre una cara redonda de facciones imperfectas, una nariz tal vez demasiado respingona, una boca pequeña aunque bien dibujada y unos mofletes prominentes que le confieren un cierto aspecto infantil. A ello contribuye un sinfín de pecas y todo ello queda superado por unos ojos rabiosamente verdes que le hacen dudar si no hay unas lentillas que aumentan un color natural. Un conjunto de braguita y sujetador de blonda, de un suave verde hierba prácticamente transparente es toda su indumentaria.

—Son míos, herencia de una abuela irlandesa –le dice como si estuviera adivinando su pensamiento respecto al color de sus ojos–. Me llamo Patty y es mi verdadero nombre. Mi madre cuando me reñía me decía ¡Patriciiaaa! y me entraban ganas de meterme debajo de un sillón, de la mesa. De ella he heredado un carácter fuerte. Sé imponer mi voluntad, ejercer el ordeno y mando. Acuérdate, Patty, si te gusta ser sumiso. Claro que también puedo ser una mansa corderita. Dejo que me aten, incluso tolero que me den cachetillos. Pero con cariño, eh, con cariño. Ah, y no estoy totalmente depilada, no debes perderte un buen espectáculo que a muchos hace berrear de gustito. Patty. No lo olvides, Patty.

Efectivamente bajo los encajes verdes se adivinan en su pubis unos rizos sugerentes. Hace un ligero volatín y con una carrerita desaparece.

La siguiente aspirante es una mujer hecha y derecha. Los cuarenta ya no los cumple. Se diría que le sobran diez kilos si no fuera porque están tan bien distribuidos que es difícil definir la zona anatómica de donde habría que desquitarlos. Además es negra. De color chocolate sin leche, con una piel mínimamente granujienta que se adorna con un top de lentejuelas cuyo muy generoso escote no deja casi nada para la adivinación. Tiene una abundante cabellera salvajemente despeinada que ella intenta que se parezca a la de Tina Turner. Debió ser una negrita muy guapa con veinte años menos. Hoy mantiene una mirada felina que refuerza con un maquillaje plateado y unas pestañas muy largas. Pero su principal atractivo son sus labios. Mudamente están dejando a las claras que en los preliminares de la situación sabrá manejarlos con indudable maestría. Sus piernas un tanto musculosas se asoman bajo una falda muy corta de color amarillo fuerte. Antes de pronunciar una palabra da un giro rápido ante él y desvergonzadamente se la levanta para demostrarle que no lleva ropa interior.

—Me llamo Jozelyn –dice con una voz grave, casi masculina–. Y tienes que saber que a la hora de la “veldá” lo que importa es que te lo hagan bien, que “disflutes” hasta verte a punto de morir. No soy la más guapa, ni la más joven pero sí la más sabia. Te enseñaré secretos que no vas a olvidar nunca “miamol”. “Estal” una hora conmigo te va a costar poco más que media hora con las otras niñas. Hasta puedes que te quedes “dolmido” un ratito en mis brazos después de la pelea porque notarás flojas las “pielnas” y te sentirás como un bebé en brazos de tu “mamasita”. Piénsatelo, mi niño. Jozelyn. Jozelyn, no lo olvides.

Y despacio, con garbo y suave contoneo sobre sus tacones plateados, un pie detrás de otro como en una pasarela de moda, se dirige a la puerta y desaparece.

Siguió la ronda y apareció una muchacha que bien podría haber sido hija de la anterior. Con aspecto aniñado, su piel de color canela proclamaba su mestizaje. Eso sí, podía pesar de veinticinco a treinta kilos menos que la anterior. Probablemente la “mami” le había asignado el ‘luc’ colegial. Una blusa blanca de gasa de cuello alto y manga larga transparentaba su torso en el que destacaban los botones de sus pechos, estos sí de chocolate negro, generosos, desafiantes, tal vez porque se los había endurecido con frío. Vestía además una corta, muy corta falda de dibujo escocés y calcetines blancos hasta las rodillas. Hizo su pequeño desfile sin ostentación, como si fuera hacia la parada del bus escolar y al pasar frente a él se detuvo, una mano por detrás de la cintura sujetando el codo opuesto.

—Soy Sirén y no quiero que en ningún momento pienses que soy menor de edad. Tengo veinte años cumplidos y desde ahora te advierto que mi tarifa es la más alta entre todas mis compañeras. Pero eso sí, soy mimosa y no te arrepentirás de haber pagado un poco más por mi servicio. Recuerda, me llamo Sirén.

Con el mismo paso tranquilo se dirigió a la puerta donde dio paso a la última chica que le presentaban. Si la jovencita anterior había desempeñado el papel de colegiala esta era un malogrado intento de imitar a la Monroe. Tenía una abundante melena teñida de un rubio explosivo, ojos oscuros bajo unas cejas marcadas de negro, una boca sensual resaltada por un ‘rouge’ escarlata desaforado y vestía un modelo blanco con falda de capa que le llegaba a media pierna. Entró como un ciclón, caminando desafiante También con cruce de pies, sobre unos tacones de vértigo e intentaba imitar la mirada miope de la actriz. Tras su pequeño desfile se sentó en el reposabrazos del sofá y solo entonces se apreció que la falda tenía una abertura lateral muy alta que permitía adivinar que tampoco ella llevaba ropa interior. Rodeó con su brazo los hombros de él y le sopló despacio en el cuello. Con una voz casi de falsete y cierta torpeza pronunciando le dijo:

—Si quieres pasar el mejor rato de tu vida no dudes en elegirme. Me llamo Marina. Pero si lo prefieres me puedes llamar Marilín.

Tras el sucinto discursito que se le notaba aprendido se levantó y caminó de nuevo con exagerado movimiento de caderas hasta la puerta que ahora sí permaneció cerrada algo más de dos minutos. Se abrió para dar paso a la encargada que le dedicaba una sonrisa estudiada y sugerente. Provocativa.

—¿Qué te han parecido mis niñas? Un ramillete de cosas buenas, ¿a que sí?

La palabra ‘cosas’ le repugnó. Tal vez sería más acertado decir que le hizo pensar. No obstante en su interior tenía ya la elección más que hecha. La suavidad de la piel, el gesto de inocencia que no parecía ficticio del todo y, por qué no confesárselo, por el morbo de algo parecido a la pederastia, todo le impulsaba a elegir a la muchachita canela. La falsa colegiala.

Al subir la escalera tras ella seguía obsesionado con un remordimiento: ¿seré un pederasta?

—¿Qué te hago para empezar? –Habían entrado en una de las habitaciones del piso superior. Allí la decoración se limitaba a las paredes con un falso entelado de color más fuerte que en el salón, una cama ‘king-size’, un bidé en un rincón y un enorme espejo en uno de los laterales donde se podía seguir en directo toda la actividad que se realizara en el lecho. La iluminación provenía de tres floreros, otro nombre no se le ocurría, con decenas de hilos de luz de color que aumentaban y disminuían de intensidad.
—Despacio, niña. He pagado la tarifa máxima y tendremos tiempo para todo.

Pero la muchacha ha aprendido unas reglas y no piensa apartarse de su cumplimiento. Con suavidad le va desabotonando la camisa mientras con la otra mano le acaricia debajo.

—Para, para. Ya me desvisto yo.

Y como si esas palabras hubieran sido una consigna ella se ha desprendido de su blusita y su falda quedándose solo con los calcetines blancos y un mínimo tanga también blanco.

—Siéntate aquí a mi lado –dice él–. ¿Qué te parece si charlamos un poco?

La mulatita está sorprendida. O quizás no tanto. Tal vez este sea de los que vienen a hablar. Mejor para ella.

—¿Cubanita? –le pregunta.

—No. Soy dominicana. Y te vuelvo a decir que soy mayor de edad. Y tengo una bebita con dos años allá en mi país. La cuida mi mamá con lo que le mando cada mes. Bueno, es toda la familia la que puede vivir con mi trabajo. No se imaginan que si de verdad trabajara de camarera de piso como ellos creen no podría mandarles casi nada.

Una sombra nubla sus ojos y en cuanto le pasa el brazo sobre sus hombros se acurruca en su pecho. Están ambos sentados y apoyados sobre la pared de la cabecera. Él tiene suficiente mundología para adivinar que esa chiquilla no le está mintiendo. Siente como si el cosquilleo de su bajo vientre se estuviera disipando. Le brota un ramalazo de paternidad que lo deja sumido en el mayor de los asombros. Sin embargo la calidez, el terciopelo de esa piel abandonada en contacto con la suya reclama en contra. No sabe quién se impondrá al final de esa partida del binomio ángel/demonio que se posa en su hombro. Le sigue preguntando y ella, como si fuera un viejo conocido al que hace tiempo que no ve le habla, va soltando su lengua y le cuenta la aventura que hasta ahora no ha verbalizado con ningún cliente. Ningún cliente hasta ahora la ha hecho sentirse tan bien.

—Me engañaron, ¿tú sabe? Me dijeron allá que me conseguirían un trabajo en un hotel, me pagaron el billete y me dieron los euros necesarios para poder entrar como turista. Al llegar al aeropuerto me recibió la mami, vestida con traje chaqueta que se me presentó como directora de hotel. Cuando llegamos aquí me dijo que serían solo unos días mientras me arreglaba el contrato de trabajo y le di mi pasaporte para el papeleo. También tuve que entregarle la plata prestada y como soy joven pero no tarada empecé a darme cuenta de qué estaba sucediéndome. Ya al día siguiente yo conocí a las otras chicas de la casa, casi todas están aquí por su voluntad, no creas, y me di cuenta definitivamente de qué se trataba. De qué iba esta triste vaina. La mami sin embargo me trata bien aunque fue ella la que me dijo que debía “agasajar” a algunos dueños de la cadena hotelera, como si yo no fuera ya consciente de dónde había caído. Luego todo lo demás se fue rodando. Ves que la casa no tiene rejas. Podemos salir dos mañanas a la semana, incluso bajar a la capital si lo queremos así. Pero ella sigue teniendo mi pasaporte y con buenas formas me tiene advertido de que mi familia de allá puede tener problemas si yo me hago la rebelde. Nos deduce un mucho de cada servicio y luego hemos de pagar manutención y hospedaje. Sin embargo ya te digo que me permite enviar buena platita cada semana a mi familia y tengo bien guardada una cajita donde voy juntando para poder volver un día y establecerme allí con una peluquería y salón de estética. Era para lo que me preparaba cuando aquel vividor que se decía mi novio me hizo la tripa. Pero dime, ¿qué quieres que te haga? Has venido para eso, ¿no?

Venció el demonio interior por lo que no resistió acariciar aquella piel, saborear las dulzuras de aquella juventud que aún encerraba vestigios de ternura no fingida. Era ya lo suficientemente experta para llevarlo a un éxtasis físico que hacía mucho que no gozaba. Sudorosos ambos aún les quedaba un tiempo pagado que aprovecharon para, desnudos, permanecer abrazados en una mezcla de cariño y algo más que prefería no definir.

Salió del chalet con la duda de si volvería o no.

Luego venció la cordura.

86 comentarios en “Negro y blanco

  1. Estoy viendo una villa en alguna zona de Barcelona que no puedo recordar a la que nos llevó un taxista, cuando mi amigo le pidió que nos llevara a un «sitio», aquella noche.
    En aquella ocasión, el «muestrario» se realizó en círculo y todas a la vez, pero cada una su turno, sólo daban su nombre, bueno, un nombre.
    En San Sebastian, en Miracocha, en una de las villas que están en la ladera de la colina, y que pasa por la llamada «cuesta del culo» también había ( es posible que siga allí) una casa como la que tan bien describe el Sr. García Pinto.
    A esta no he ido, pero la conozco por cómo me la describió otro buen amigo al que le gustaba mucho ir, y donde encontró a la que es la madre de sus dos preciosas hijas, una princesa Nigeriana.
    15 años de feliz matrimonio.
    Así son las cosas.
    Buena la entrada, imagino que nos «suena» a la gran mayoría de los que lo reconocemos y los que no lo reconozcan.
    Tampoco era ni tan excitante, ni tan sórdido. Un poco de todo…

  2. Al subir la escalera tras ella seguía obsesionado con un remordimiento: ¿seré un pederasta?

    No lo descartes, Humbert.

    De estos días, la suspensión de unas jornadas sobre prostitución en la Universidad de La Coruña. («Jornadas sobre», no «jornadas de»).

  3. Fue en los años noventa. Cuando alguien sacaba el tema de la prostitución en el trabajo, ya fueran compañeros o clientes o amigos del local, siempre contaba la misma anécdota:

    –¿Has estado en el puticlub de la ruleta? –preguntaba.
    –¿De la ruleta?
    –Sí, hombre, ese chalé nuevo con las modelos que han abierto en la avenida del Tibidabo.
    –Primera noticia.
    –Pues yo estuve el otro día. Es todavía mejor de lo que dicen.
    –Ni idea. ¿Cómo es?

    Primero les describía someramente el lujo de las instalaciones y la suprema belleza de las chicas. Luego pasaba al rasgo distintivo de aquel local:

    –En la recepción hay una ruleta con números que van del cero al cinco. Al entrar pagas veinte billetes, precio fijo, y haces una tirada de ruleta. Sólo una. Si te sale, por ejemplo, el tres; tienes derecho a tres horas con la chica. Que te sale el cinco; pues cinco horas. Y así.

    Invariablemente, el sujeto preguntaba:

    –¿Y si te sale el cero?

    –Si te sale el cero… ¡TE DA POR CULO EL PORTERO! –le decía.

    Y todos nos echábamos a reír del tipo. Si no era muy despierto, había que repetirle un par de veces que la ruleta iba del cero al cinco para que picara; pero la broma jamás falló. La de risas que nos echamos a cuenta del burdel de la ruleta. Todavía hoy pienso que no sería una mala idea montarlo de verdad.

  4. Para el autor.

    “A los engagés había sucedido, en la actualidad literaria francesa, esa heterogénea serie de novelistas agrupados por la crítica bajo el rótulo de «nouveau roman». Aunque me aburrían mucho casi todos, con la excepción de Beckett (se le incluía en el grupo porque compartía el editor con los demás), quien también me aburría pero me daba la impresión de que, en su caso, el aburrimiento tenía justificación, siempre les tuve simpatía porque proclamaban a los cuatro vientos la importancia de Flaubert para la novela moderna. Sin embargo, la primera en analizar teóricamente este vínculo no fue un novelista, sino una erudita, Geneviève Bollème, quien en 1964 publicó un ensayo, La Leçon de Flaubert, destacando en el autor de Madame Bovary aquellos aspectos en los que centraban sus experimentos los nuevos narradores: conciencia artística, obsesión descriptiva, autonomía del texto, en otras palabras el «formalismo» flaubertiano. Su ensayo era una demostración aplicada de una convicción audaz: que en todo Flaubert y principalmente en Madame Bovary lo esencial es la descripción, que ella deshace la historia, que «describir» y no «relatar» fue para él la experiencia única capaz de expresar «los movimientos de la vida».”

    Pasaje de: Mario Vargas Llosa. “La orgía perpetua. Flaubert y Madame Bovary”. iBooks.

    Creo que es la primera y la única vez que he puesto aquí una cita sobre literatura.

  5. Estupendérrimo relato, Mi Don Pedro . ( A ver si yo no voy a poder usar el posesivo, como lo usa usted ). Me ha recordado bastante a Exótica, de Atom Egoyan, una película que me encanta, y que vemos una y otra vez, en casa.

    Pero, a partir del día 29, ¿ Donde va usted a subir estos relatos suyos ? . Porque, en La Argos, no hay sitio para ellos. A no ser que Don Santiago deje un día a la semana, o al mes, para historias que no fueran sobre los políticos ni su actualidad…
    Que parecía que lo iba a hacer, tras el éxito de «Mis malos de Cine», de agosto de 2012, pero al final no fue así, aunque sí quede el enlace, todavía accesible para todos, después de 7 años…

    Pues eso, que me ha encantado, y que Gracias

  6. Juanfran Satur
    viernes, 13/09/2019 a las 09:37
    Y el Pochas… ¿dejaría algún hueco para La Gazzetta dello Sattur?

    Satur , Por Favor :
    Vaya usted a la Argos, y deje allí sus crónicas deportivas, cuando aquí nos echen a todos, incluso a usted.
    Que tendrán hinchada, que los argonautas están bastante descorazonados con la «dichosa politiquería», y le leerían con fruición. Aunque no tuviera gran cosa que ver con la cubierta del día… Luego ya, que Don Santiago le asignara un espacio propio, o en los segundos o terceros días de las distintas cubiertas, ya sería cosa de ustedes dos…
    Porque, por educación, con una cubierta nueva, los «remeros» postean sobre el tema de dicha cubierta, pero ya, al día siguiente, es libre…
    Pues eso.

  7. Me he rebajado a ver un poco del balón cesto, a ver cómo encestan canastas, cómo hacen gorros y si le tocan a uno pitan falta. Estoy de los nervios, con tanto cri cri de las wambas. ¡Qué coñazo!

  8. Lul, Ricky, Rudy… ¿qué nombres son estos? Comparados con Gedeón Guardiola, Viran Morros de Argila, Julen Aguinagalde, Álex Docevalles… En fin. Por cierto, los pupilos de Escarolo no encestan ni una sola canasta. No entrenan, o qué.

  9. Procuro fijarme
    viernes, 13/09/2019 a las 09:06

    De estos días, la suspensión de unas jornadas sobre prostitución en la Universidad de La Coruña. («Jornadas sobre», no «jornadas de»).

    Las razones esgrimidas por censores y censoras para la prohibición de esas Jornadas, que han conseguido, es que “normalizan la prostitución que es ilegal”. Mientras en la facultad de derecho a los alumnos les explican y les lavan el cerebro con todos los detalles del Código Penal, catálogo exhaustivo del mal en toda su maravillosa variedad, normalizando así el delito. Quizá hasta les expliquen que la prostitución no es ilegal.

  10. El gallardete de la mancebía, blanco y negro, es un trasunto del símbolo del ying y el yang, sólo que menos retorcido. El bien y el mal pero recto, ordenado, planchado, aunque en el interior el pecado aparezca como es, más sinuoso y curvilíneo.

  11. Arbitraje grotesco y los dos equipos jugando un partido propio de juveniles. Los porcentajes de tiro son ridículos.

  12. Cuando yo veía balón cesto, antes de darme cuenta de que no es un deporte, se jugaban dos tiempos de 30 minutos y la posesión era de 30 segundos. Aquello cambió para adecuarlo a la NBA para que los marcadores no fueran tan ridículos (un TDK Manresa – Cacaolat Granollers podía acabar 53-64 mientras que un Chicago Bulls – Los Angeles Likers podía ser 108-97). Y ahora resulta que va y resulta que en un partido normal no llegan ni a los 70 puntos. Y venga el cricricricri de las wambas.

  13. Maravillosa, la FIBA, escogiendo para arbitrar la semifinal de un campeonato del mundo a colegiados de ligas tan potentes como la mexicana y la brasileña.

  14. La clave de la victoria ante nuestras antípodas ha sido la falta de seriedad de la escuadra austral. No puedes sacar disfrazado a un tío de dos metros cincuenta con pelo gris y barba roja de papanuel.

  15. Uno podía pasar por gabacho por aquello de las despedidas. Todavía me doy cabezazos en la pared por no haber llegado antes a este acudidero de gente que encaja con el lema del lector de La Codorniz.

    Mi Dª Vie, gracias por su afecto y por su exagerada alusión. Nos seguiremos siguiendo, no lo dude.

    Y D. jrG, ya hace más de cincuenta años, casi sesenta que mi profe de LyLiteratura solía ponerme al final de las redacciones que le gustaba cómo lo escribía pero menos lo que escribía. A quienes no tenemos demasiada enjundia no nos queda otra que cuidar la descripción y la adjetivación. Lo que no quiere decir que lo logre. Gracias de todas maneras por su fragmento del compañero sentimental de Dª Preysler.

    En cuanto al apunte de D. Procuro fijarme conocía _casi a diario repaso La Voz de Galicia_ la noticia. Los debates sobre la prostitución son inacabables. Hoy el puritanismo reinante a conveniencia de feministas, feministos y otros bichos, vuelve a la carga con brío renovado. Ya me gustaría que algún sabio de este foro me sacara de la duda de si fue cierto o no que las Cervantas, las hermanas de D. Miguel, practicaban el viejo oficio y gracias a su aporte económico pasaron a la imprenta algunas obras del ilustre Tullido.

  16. D. Pedro, el ChopSuey es el sitio adecuado donde poner el adjetivo correcto, y que alguien lo aprecie, a las putas y a cualquier otra persona o cosa; mueble, inmueble o semoviente.

  17. Me temo que sobre la presunta prostitución de las hermanas de Cervantes, las «cervantas», hay más leyenda que datos. Lo que sí se sabe es que dos de las tres vistieron hábitos religiosos.

    Por otra parte, aunque el mundo de la prostitución pueda mover dinero, resulta difícil imaginarlo como promotor y mecenas de las Artes y las Letras. Que todo puede ser, no digo yo que no.

  18. Perroantonio
    viernes, 13/09/2019 a las 14:08

    Por otra parte, aunque el mundo de la prostitución pueda mover dinero, resulta difícil imaginarlo como promotor y mecenas de las Artes y las Letras.

    Pues yo sí lo veo:

    «ESTA EXPOSICIÓN DE ARTE SACRO MEDIEVAL HA SIDO PATROCINADA POR «LA CAIXA» Y «EL DISCOCLUB DE TOÑI LA RIOJANA».

  19. Otra vez hoy tengo problemas para escribir en el blog de Gomez, así que, por si las flais, y aunque lo vuelva a intentar, pongo aquí lo que le quería decir allí, después de leer su texto de las 10′ 24

    – Como siempre, una gozada. Y son unas aventuras de esas que cuanto más veces las lee una, más se las disfruta.
    Muchas gracias
    PS
    A ver si las saca pronto, todas juntas en forma de libro. Además del nuevo que nos tiene prometido, y de los guiones de cine…
    Por Favor

  20. Perroantonio
    viernes, 13/09/2019 a las 14:21
    Satur, haz algo. Me sale como publicidad de Amazon Prime… Sergio Ramos! Yo creo que la culpa es tuya, o sea.

    Cómo se notan tus querencias merengues. ¡¡La culpa es de los árbitros!! Ya sabes que nuestros dispositivos geoelectrónicos nos escuchan. En algún momento habrás dicho: «¡Qué bueno es Sergio Ramos!» o «¡Cómo me gustaría parecerme a Sergio Ramos», o cualquier cosa similar de esas que acostumbráis a decir los de vuestra ralea.

  21. Ah, pues será algo de eso… porque estoy utilizando un ordenador que no es mío.

    Tienes razón, en el teléfono me sale publicidad de El Corte Inglés. Estoy en un nido de madridistas!

  22. Gracias, Viejecita. La verdad es que las acabo de leer y, aunque esté feo decirlo, me quedaron muy graciosas. Estaba pensando en una continuación de la serie. Será en otra parte

  23. A ver, no me malinterpretéis, que yo estoy acostumbrada a los 7-3, pero esto de estar cantando gol cada veinte segundos no creo que sea bueno para el corazón, ni para el cortisol, ni para las transaminasas.

  24. El domingo veré la final, claro, pero les tendré a contar a los chicos que no se lo tomen tan a pecho como me lo tomé yo ayer, que no estaba terminando de celebrar un gol cuando nos metían otro, y luego nosotros otro, y así no sé cuántos minutos, bendito árbitro que pitó el final antes de que acabase el primer tiempo y todo el mundo lo comprendimos.

  25. MIREN EN EL ASIENTO

    —Miren en el asiento.
    —…
    —Miren en el asiento… En el asiento.
    —¿Perdón?
    —Que mire en el asiento, hombre. Mi-re-ne-la-sien-to.
    —Es que no…
    —MIRE EN EL ASIENTO
    —…
    —¡MIRE EN EL ASIENTO! ¡MIRE EN EL ASIENTO!

    Un hombre que llevaba una novela de John Le Carré bajo el brazo informaba así a unos pobres viejos titubeantes de que el número del asiento estaba en el asiento.

    1. Es verdad que a menudo el número lo pegan en la ventana o pueden que lo hayan puesto en el ladillo de la bandeja de los bultos que reposan luego sobre las cabezas, cada autobús que sacan de los desguaces y desechos de tienta de autopista que nos ponen a los de mi destino o ralea ostenta el número en un sitio, es verdad que en eso se percibe cierta libertad.
    2. Es verdad que esta vez el número estaba en el asiento.
    3. No es menos cierto que el asiento es un bulto complejo que ofrece varias posibilidades normalizadas para ubicar la chapa con los números de asiento.
    4. El número de asiento estaba hoy en una chapita EN EL LATERAL DEL ASIENTO EXTERIOR o DE PASILLO, BAJO EL REPOSABRAZOS.
    5. Por tanto, solo tendrá derecho a gritar
    a) aquel que haya especificado, al menos una vez, «¡EN EL LATERAL DEL ASIENTO EXTERIOR o DE PASILLO BAJO EL REPOSABRAZOS!», o bien
    b) quien se dirija a unos extranjeros, puesto que todo el mundo sabe que a los extranjeros hay que gritarles para que te entiendan. Pero esta es la única excepción.

  26. Siempre es difícil elegir, pero creo que mi favorito de este año es el de Psicología, que ha sido «para el alemán Fritz Strack por descubrir que sostener un bolígrafo en la boca te hace sonreír, lo que te hace más feliz, y luego descubrir que no es así».
    Los Ignobel son igmensos.

  27. Vale, si van a ganar también veo yo el baloncesto el domingo. El baloncesto es como el fútbol pero sin dados.

    Lo del asiento del autobús. Yo iba detrás, callada, los viejos han conseguido sentarse y asunto resuelto. Luego cuando me bajo le doy una patada a la primera farola que veo y asunto resuelto.

  28. Contra la fluidez:

    Unos prefieren el blanco; otros, el negro; otros, los dos, y otros, ninguno de los dos. Perfecto: sobre gustos no hay nada escrito.

    Pero luego aparece el que no quiere quedar anclado para toda la vida en ninguna de esas opciones. Ni en ninguna otra si la hubiera. Al que se ancla le sale una identidad, y esto es lo que no quiere él. Él quiere ser en cada momento una cosa distinta; quiere ser una persona muy fluida, la más fluida de todas, la fluidez en persona.

    No hace falta que nos diga más: ya sabemos que lo suyo no nos conviene, y ahora mismo digo por qué:

    Para haber podido fluir, tiene que haber pasado un cierto tiempo. En un instante o se está disfrutando del blanco o del negro o de los dos o de ninguno de los dos. En el instante no hay fluidez que valga.

    (Gracias a Dios, sea dicho entre paréntesis. Metido en el instante, uno no se distrae de lo que importa, y lo que importa aquí es el gusto: o por lo blanco o por lo negro o por los dos o por ninguno de los dos. Hasta tal punto es eso lo importante, que la fluidez no es nada sin ello. Fluir es pasar de un gusto a otro.)

    Pero salgamos del paréntesis y retomemos el hilo anterior. Si el hombre fluido necesita disponer de más de un instante para poder fluir, no le queda más remedio que permanecer durante ese tiempo. Él no puede fluir e irse; debe quedarse si quiere fluir.

    Ese irse pero quedándose, ese no fluir cuando se fluye, es un sinvivir.

    Es un problema que no tiene el que, precisamente porque disfruta en cada momento de aquello de lo que le toca disfrutar -ahora, del color blanco; ahora, del negro; ahora, de los dos; ahora, de que hayan desaparecido los dos-, no se para a pensar en ningún momento en algo tan ajeno a los colores como es si lo que a él podría gustarle es cambiar.

  29. Negro y Blanco, Blanco y negro, Noir et Blanc.
    El mundo de ahí fuera, el extranjero dice que es, traducido, negro y blanco, nosotros decimos que es blanco y negro.
    Más que fluir, uno se termina conformando con elegir, si las cosas tienen elección.
    Individuo y comunidad.
    Forzando o fluyendo cada cosa lleva a un sitio.
    Si no cedes a lo radical, a la extremosidad, pero dejas hacer al individuo, la comunidad sale en sus individualidades y conforma un engrudo, funcionando como el gluon en la física de partículas.
    Nada es total, y ese es el encanto. No existe la totalidad, eso que tanto se empeña en buscar la física y la filosofía.
    Existen los círculos, los polígonos, los puntos y las rectas, las curvas, los ángulos y los vértices, se puede alternar con ello, pero las partes son un todo cerrado y su composición es casi un «nada» abierto.
    Lo normal es que nos perdamos.
    Es que no somos para tanto, ni como individuos ni como comunidades.
    Si el individuo lleva su composición a la sociedad esta o lo asume, o lo acepta o lo rechaza, y según el caso, el individuo lo asume o lo acepta o lo rechaza.
    Si quitamos el gluón, sólo quedan individuos que no fluyen, sino que se expanden como gases sin contenedor hasta hacerse infinitos y desaparecer.
    Sí, el fluir del individuo es en la comunidad, cuando esta existe.
    Hala Perro, dale duro…
    Cómo te voy a echar en falta, y sin embargo qué tranquilo estaré en mi mismidad pensando que soy redondo, completo, sin que nadie me cuente mis fisuras.

  30. Gengis Kant ( 03’17)
    JrG (06’26 )

    Todo eso funcionará, o no funcionará, en el mundo material, «de la carne», pero, esperen un poco, a que los «técnicos» empiecen a escanear el «conectron» de los recién muertos, y volverá a empezar todo en «el otro lado». Ya verán, ya, si se puede o no se puede ser al mismo tiempo blanco y negro, si «se pertenece, o no se pertenece «, y si los «tecnicos» del mundo material pueden mandar, o no, en esa «nueva vida». Por muy apetecible que el «vivir eternamente» pueda parecer.

    Yo, por si las flais, voy a poner en mi testamento vital, que, además de suministrarme psilocibina para ayudarme a aceptar mi final ( siempre que no signifique ningún riesgo penal para quienes me hubieran ayudado ), me incineren inmediatamente despúes de morirme , y que no se les ocurra criogenizarme, ni escanear mis conexiones .

    Y buenos días a todos, que se me pasaba, y estaba quedando como un cochero

  31. Procuro fijarme
    viernes, 13/09/2019 a las 23:32
    MIREN EN EL ASIENTO

    ¡ Qué gozada de comentario, Procuro. Ya va siendo hora de que los jóvenes en plenas facultades se solidaricen con los viejecitos gagás!. Esta viejecita le aplaude con toda la fuerza que le queda.
    ¡ Gracias !

  32. Si mal no recuerdo había cambios en la sustancia que eran accidentales y otros que eran esenciales. Mayormente nacer y morir eran de la segunda y todo lo demás de la primera. Nos empeñamos en que el sexo es esencial y alguien tan viejuno como Aristóteles ya nos dice que no, que es como hacer la mudanza y cambiar de piso o perder un ojo, un mero accidente. Nada importante, algo banal, una minucia. El mismo vaivén se ser ahora macho, ahora hembra, ahora un intermedio a mi gusto, es sólo un accidente. Quien se siente así, vibrante y cambiante entre varios estados, es un ser cuántico, algo claramente moderno. Cada vez que el observador lo mide/lo mira puede saber o bien dónde está o bien a dónde va, nunca ambos accidentes porque la mera observación lo altera como a las partículas subatómicas. Posiblemente él mismo, cuando piensa en su accidente se altere, y cambie. La física cuántica es no determinista y el accidente del ser una mera probabilidad y ahí los fluidos, viviendo en una encrucijada, que es donde hay más accidentes. ¿Se puede tener esencia sin accidente? Posiblemente sí pero carente de sentido. El sentido de la esencia es el adjetivo, que es siempre accidente; incluso los sustantivos, si se piensa, respecto de la esencia no son más que accidentes. El que tiene accidente sólo cuando se le mide/mira y aún así alterado por la medición/mirada, no tiene otro accidente más que el que resulta de la interacción, del choque con otro. Es una esencia sin atributos y cuando los tiene son otros quienes se los aportan.

    Me voy a desayunar.

  33. Kajajjjajajajjjjjajjajajja

    Chiste para músicos.

    Tengo un Delay de la marca ESPOSA, en vez de repetir lo que tocas te lo discute.

  34. Pedro García Pinto
    viernes, 13/09/2019 a las 12:58
    Uno podía pasar por gabacho por aquello de las despedidas. Todavía me doy cabezazos en la pared por no haber llegado antes a este acudidero de gente que encaja con el lema del lector de La Codorniz.

    Sí, Don Pedro, hubiera sido mejor para usted haber llegado antes. Apenas te has asomado cuando ya es hora de irse y su aparición demuestra que chopsuey sigue vigente.

    La entrada me ha gustado, comparte tema con el libro de Zamacois que he leído hace poco, un autor que Chopsuey ha recuperado del olvido, y más concretamente el marquésdecubaslibres.
    En «Sobre el abismo», Zamacois cuenta que un chica valenciana es seducida por un joven aristócrata que tiene comprometido matrimonio con otra (pero no se lo dice), y ella y él escapan a Marsella donde están un tiempo hasta que él la abandona.
    Ella entra en el mundo de la prostitución para sobrevivir con la mala suerte creerse que un prostíbulo en Palma de Mallorca sería mejor que la prostitución por libre en los cafés de Marsella.
    Como no es así, se escapa de Palma y se mete de polizón en una goleta de transporte de mercancías que va a Marsella en la que van seis marineros y un grumete. Aquí empieza el libro.
    Ella esplica que podría haber pagado un billete, pero que al haber escapado, la dueña del club podría poner una reclamación a la policía y ser detenida al embarcar, y obligada a volver a la casa de putas. Eran otros tiempos, principios del siglo XX. El libro es dramático, incluso con humor negro, magistralmente escrito, el viaje en la goleta, el viento y las tormentas, el abuso de los marineros de la mujer, las sensaciones de esta, sus reflexiones de ella sobre derechos de los trabajadores y el gremio de los marineros y la naviera…

    Yo he estado pensando cómo despedirme, yo no voy a crear mi propio blog y no voy a enviar mis entradas a ningún sitio (no en dos años o más años, apuesto)
    La semana que viene andaré de un lado para otro, viendo hacia donde dirijo mi vida, buscando comenzar de nuevo en lo profesional. Les leeré y seguramente comentaré algo pero, teniendo la agenda bastante ocupada, valga este comentario de despedida por adelantado, les tengo a todos en gran estima, y estoy muy, muy agradecido a los editores.
    Hasta siempre.

  35. La potamología, tan bien desarrollada en el Danubio de Magris, es ciencia preterida y sin embargo es hoy más necesaria que nunca.
    El Caudillo, experto potamólogo, ordenó un nuevo cauce para el Turia después de las inundaciones en Valencia del 57 que causaron 81 muertos. Eso eran las riadas antes del cambio climático. En Bilbao, por ejemplo, hubo en el 83 una cincuentena de muertos en una inundaciones que afectaron a todas las provincias Vascongadas.

  36. Marqués ( 11’53 )
    He leído en alguna parte que lo de Nueva Orleans con el Katrina, era en gran parte debido a que se había encauzado el Missisipi desde su origen. Y que, al no desbordarse ya, como hacía cada año en las grandes llanuras de su recorrido, con lo que fertilizaba esas llanuras, llenándolas de arenas y nutrientes, y haciendo que subieran de nivel, mientras el cauce del río, al vaciarse de sedimentos, bajaba ; al no poderse desbordar, esas llanuras estaban cada vez más yermas y hundidas, y el cauce del río más alto…
    Y que la construcción en el Bayou de canalizaciones navegables ( por turistas con sus barcos a motor, que siempre se pudo navegar por los humedales con lanchas planas y pértigas ), en realidad se habían cargado la cualidad reguladora de esos humedales, con el consiguiente daño en todo el delta del Missisipi…

    Así que , lo de encauzar algún tramo corto de algún río, parece buena cosa, pero si no se respetan los cauces tradicionales, aunque parezca que están secos, y se permite edificar en ellos, y no se permite al río su expansión natural, antes o después, ocurrirán tragedias como lo del camping de Biescas.

    Seguro que me he enterado al revés, así que, por si las flais, digo lo de siempre.
    Ya siento

  37. Un recuerdo muy cariñoso para Holmesss, que en estos momentos estará subastando su corbata por las mesas, y la mayor de las venturas para los holmesssitos que se están casando. (¡Qué error! Qué error más bonito).

  38. Ayer fue el Día del Chocolate y la Biblioteca Nacional sacó esta lámina de la publicidad de «Chocolates Matías López», que es muy bonita. Dos veces.
    Suelo ir a un bar con asientos al mar que por las tardes se llena de parejas y familias que se traen un cucurucho de churros y piden chocolate. Los detesto, aunque prefiero tomarme una cerveza entre ellos a ser la única persona sobria en un bar de borrachos. Además, el intenso olor a chocolate del sitio le va muy bien a los atardeceres rosalías de mi pueblo.

  39. A pesar de los malos augurios de La Sexta hemos podido terminar de recoger las cebollas. Ayer 5 litros y hoy 20 han supuesto una molestia pero todas las sacas han quedado dispuestas para ser recogidas por los camiones. Para uso doméstico hemos dispuesto una despensa aireada con un palet como base. Unas cocochas en salsa verde ha sido el primer plato que hemos preparado con ellas. El precio en Mercadona de las cebollas es diez veces el que nos han pagado, aún así merece la pena ser pequeño agricultor y estar en contacto con la tierra.

  40. “Doña Catástrofe continuó:
    —Entre nosotros el bandolerismo acabó con Pernales: era un bandolerismo casi exclusivamente andaluz, un poco anarquista, un algo también quijotesco, que desposeía a los ricos en beneficio de los pobres, y andaba a caballo y vivía al aire libre. En el arte de robar con maña o por la fuerza, España —como en todo— se quedó rezagada. Nuestros ladrones son pobres diablos hambrientos, mal vestidos, que apenas saben escribir, ni conocen otra arma que el cuchillo rudimentario, y que se dedican a ladrones por necesidad. En el extranjero el bandolerismo lo ejercen los fuertes, los rebeldes, los perturbados por la utopía del inmediato reparto social; van a él por gusto, y esta vocación da a su ingrato oficio un toque novelesco. Robando creen verificar un derecho, y su convicción les infunde ante el fiscal una actitud de orgullo que luego las multitudes glosan admirativamente. En España no ha germinado todavía la atracción ácida del crimen: nuestro país produce pocos asesinos innatos; aquí únicamente cultivan el robo los vencidos de la vida, los sin-trabajo; y lo hacen avergonzados, como irían a pedir limosna; roban sin entusiasmo, pensando en que deben darles pan a sus hijos, y[…]”

    Pasaje de: Eduardo Zamacois. “Memorias de un vagón de ferrocarril”. iBooks.

  41. Buenos días a todos :
    Ya tengo las natillas y las patatas para la ensaladilla enfriándose, el arroz blanco enjuagado y escurriendo, el «pollito Villeroy», que dejé ya preparado de ayer, esperando a la hora de freírlo, la salsa de tomate haciéndose despacito, y lo demás en marcha, así que he venido a leerles:

    – JrG Estoy terminando el libro de Stephenson, pero me parece que antes de seguir con los demás, me voy a tener que meter con Zamacois, que no conocía, o, al menos, no recordaba, y entre usted y Marqués, me han dejado intrigadísima y no me va a quedar otra que leerlo inmediatamente.
    Ya no me dará tiempo a quejarme a ustedes si resulta que en realidad es «Alta Cultura», y me rebasa. A lo que sí me da tiempo es a agradecérselo a los dos , que incluso aunque me viniera grande, un autor «nuevo» es de agradecer.

    -Y decir que espero que Holmess, esté descansado de la boda de su chico, y desearle muchos nietos, incluso mellizos, que como son mucha paliza para los padres, se los dejarán para descansar ellos, y los disfrutarán.
    -Y alegrarme por lo de la cosecha de Marqués.

    Hasta luego, espero.

  42. Les pongo este enlace.
    NO es de los míos herejes, sino una crónica de AL,, en su blog Txirlo, sobre su asistencia en Bilbao a la representación de Señor Ruiseñor de Els Joglars.
    A mí me ha encantado.

  43. Anoche vimos la legendaria película Grand Prix de John Frankenheimer de 1966. Poder observar los viejos circuitos y los fórmulas de antaño justifica la película, las imágenes y el sonido son extraordinarios, me imagino a JrG disfrutando de ellos.
    El resto visto hoy resulta patético. Lo más interesante es sin duda poder admirar la belleza de Françoise Hardy, tremenda, aunque el papelón que hace resulta lastimero. El que da pena, por indigno, es Graham Hill que aparece en múltiples escenas sonriendo como un bobo y sin decir una palabra. La imagen que tenía de él quedó por los suelos.

  44. ¡ Vaya !, pues he puesto un comentario, precisamente sobre Grand Prix, y Françoise Hardy en lo de Marqués ( que me avisa inmediatamente de los nuevos textos ).
    Así que no voy a repetirme ;
    Sólo diré que esa película, que, justamente hemos vuelto a ver hace poco, no me parece que esté anticuada , ( a mí, claro, que soy de los tiempos del cuplé ) y que tanto Yves Montand como Eva Marie Saint, ya un tanto talludita, están estupendos.

  45. Acabo de entrar aqui tras al menos un par de meses de ausencia. Me entero de casualidad de que tiene fecha de caducidad, y estoy en shock.

    Veo que Trooper se ha pfrecido a intentar una continuidad, ¿cómo va eso, tendremos lugar de acogida como otras veces?

    En cualquier caso, un placer leerles a todos, a algunos incluso conocerles.

    Y sobre todo MUCHAS GRACIAS A QUIENES LO HABÉIS HECHO POSIBLE

  46. El tiempo del baloncesto es como debería ser el tiempo si el tiempo fuera como es debido. Cinco minutos quedan desde las dos y media; son las cuatro menos cuarto y aún faltan cuatro minutos. Ojalá orgasmos de baloncesto.

    Me refiero a orgasmos para el pueblo y para las personas sencillas que se lo merezcan. Por ellos lo digo, que a mí personalmente no me importa el tema.

  47. Ayer se despidió Claudio. Claudio contaba además que está con sus movidas profesionales y a Claudio estas cosas le suponen algo más que coger el autobús. Claudio, te deseo lo mejor. DICHO LO CUAL, ¿por qué os despedís los demás abandonando a este muerto si todavía está vivo? ME TOCA MUCHO LOS COJONES, dicho sea con un cariño que es inmenso. Y que se despida su puta madre, eso también os lo digo con todo mi amor.

  48. Que suavecita está la Procu.
    Y como se nota la nueva política deportiva que montaron entre el doctor y el señor de las coletas.
    Es que lo ganamos todo!!!!

  49. Pues la película Grand Prix es muy buena, lo que en ella se ve no es una historia, son las carreras desprovistas de las glorias y épicas del cine.
    Anoche nos tocó una buena película-reportaje, sobre el rescate de un submarinista de saturación en un punto del Mar del Norte.
    Los buzos de saturación se pasan 28 días previos a sumergirse metidos en cámaras de presión.
    Son tipos de una raza muy particular que pueden soportar el estar con cinco compañeros más metidos en un tubo en el que justo se puede estar de pie respirando extrañas mezclas de gases y sometidos a altas presiones.
    El barco que los transporta es una factoría flotante con medios de la tecnología más avanzada en el tema.
    La inmersión por cada turno es de seis horas a 120 metros de profundidad, para hacer reparaciones en instalaciones de plataformas petrolíferas.
    En una campana conectada al barco, descienden al equipo formado por tres hombres, dos que saldrán al agua y un tercero para ayudarles desde la misma.
    La temperatura del agua a esa profundidad ronda los 4-5 grados.
    El paquete de tubos que los une a la campana, les suministra agua caliente en el traje para que no se congelen, y la mezcla de gases para respirar, así como el cable de comunicación, la electricidad para sus linternas y cámaras.
    En la superficie el mar no estaba especialmente malo, cosa que en el Mar del Norte significa olas de 5 metros y viento de 40 nudos.
    Sólo un paquete de tres ordenadores es capaz de mantener la posición precisa en esas circunstancias.
    Todo transcurría lo normal que puede transcurrir algo así, para individuos tan expertos.
    La mayoría de las imágenes que se ven son reales, firmadas en directo, pues todo está monitorizado en tiempo real.
    Hete aquí, que en un instante, después de dos o tres horas de trabajo, los ordenadores, los tres se averían al unísono, dejando el barco en deriva.
    Con esas olas de cinco metros un barco de 110 metros de largo y 22 de ancho se desplaza unos 150 metros de su posición en menos de 30 segundos.
    Los que están abajo son avisados de inmediato para que retornen a la campana y ser subidos lo antes posible.
    La oscuridad es absoluta e incluso con las potentisimas lámparas de que disponen se puede ver en los dos metros que te rodean y poco más.
    Ellos notan ya la deriva de sus cordones umbilicales y como tiran de ellos.
    Están dentro de un entramado de tuberías enorme, y ese cordón que es una ventaja para todo, es el mayor inconveniente en esa circunstancia.
    Uno de los tubos se le engancha a uno y el otro trata de ayudarle, pero a unos pocos centímetros de agarralo, la deriva del barco lo arrastra, dejando a su compañero enganchado y esperando que el tubo se rompa. Cosa que hace en sus propios ojos.
    Como complemento, los submarinistas, llevan 5 minutos de oxigeno puro en un recipiente del casco escafandra, para emergencias.
    El que es arrastrado consigue llegar a la campana, pero se van alejando irremediablemente de la instalación submarina donde está el buzo desconectado.
    Desde el barco el capitán y su ayudante a cuatro manos tratan de manejar los azimuts a mano para retornar al punto de inmersión siendo casi imposible.
    El equipo de mantenimiento lo va intentando todo con los ordenadores.
    Ya van para seis los minutos sin conexión y se entra en la zona de máximo peligro para el buzo.
    Envían el sumergible de apoyo para iluminar y orientarles en profundidad que consigue llegar hasta el buzo.
    Este está vivo y hace algunas ligeras señas pero vez que no salen burbujas de su escafandra.
    A los dieciseis minutos el tecnico de mantenimiento ya no tiene ningúna idea más para arreglar esos dichosos ordenadores y decide hacer lo que cualquiera de nosotros haría, desconectar y volver a conectar.
    18 minutos.
    Las lucecitas verdes de los ordenadores se encienden, y el sistema se reinicia.
    20 minutos.
    El sistema de posicionamiento del barco ya marcha y pone dirección al punto de origen.
    22 minutos
    se posicionan en la perpendicular del sitio de inmersión y dan luz verde al buzo para que trate de recuperar al compañero desconectado.
    25 minutos.
    Lo encuentra, ya trata de llevarlo a la campana. Cosa nada sencilla pues sólo tiene una mano para poder tirar del cable y otra para cojer a su compañero.
    28 minutos
    Llegan a la campana y el hombre de apoyo le quita inmediatamente la escafandra, y le propina dos largas bocanadas de aire.
    Dos toses, y abre los ojos.
    De inmediato son izados hasta la hiperbárica del barco donde está el medico especialista.
    En el trayecto habla y abraza a su compañero.
    En la cámara el medico le mide constantes etc viendo que está fuera de cualquier peligro.
    Sus palabras al médico son:
    Sabes? No era nada horrible…
    Cada vez más frío, deje de sentir el cuerpo y todo tornó a negro.

    Seis semanas después, estaban en otra plataforma haciendo sus turnos.

    Le survivant des abbysses se titula.

  50. Creía que lo de lo gallos que violan a las gallinas era lo más, pero siempre se puede ir un poco más allá en la lucha contra el hereropatriarcado:

    «Masturbarse pensando en la vecina sin su consentimiento también es agresión sexual contra ella y debería ser delito, por cosificar a la mujer de pensamiento».

    Tiemble después de haber reído.

  51. Bueno, todos los cristianos devotos sabemos que hay cuatro categorías de pecado, a saber: de pensamiento, palabra, obra y omisión. La masturbación sin consentimiento expreso de la homenajeada para representarla en nuestras fantasías íntimas sería ejemplo palmario de doble pecado. Además del consabido peligro de quedarte ciego.

  52. Eso es muy reduccionista, Gómez: si masturbarse ya es pecado, la motivación debería ser lo de menos. Pero esta nueva interpretación añade gravedad al pecado. Exijo un Concilio que se pronuncie al respecto.

  53. Zeppi, le gustará saber sobre la violación inversa.
    «Inverse Rape
    Refusing to date someone you’re not attracted to. Doing so is seen by some as bigotry and promoting discriminatory abuse, that forcing people to date outside their personal preferences is the only way for society to progress.»

  54. La descripción de Jrg me ha recordado que, en el ejército, hicimos un curso de buceo. La maniobra duró veinte días y se llevó a cabo en la Punta de la Mora, una cala muy próxima a Tarragona, un mes de agosto. La verdad es que el buceo en sí no fue a lo que dedicamos más tiempo. A lo que dedicamos más tiempo fue a nadar. Nadábamos por binomios, con aletas y de espaldas, todas las malditas mañanas. Empezamos por un kilómetro y cada día aumentábamos la distancia a recorrer. El último día de maniobra nadamos diez kilómetros, de la Mora a Tarragona. También realizábamos otras actividades, como lanzamiento y recogida de buceadores (quizá lo más emocionante de todo), o remar en una puta zodiac como si no hubiera un mañana. Una noche hicimos en una playa un desembarco nocturno. Nos acercamos con las zodiacs a la orilla en modo silencioso y comenzamos a reptar por la arena. Llevaba apenas unos metros recorridos cuando pasé junto a una pareja que estaban echando un polvo. Imagino su sorpresa cuando vieron deslizarse junto a ellos a un tipo vestido de camuflaje, con la cara pintada y un subfusil. Igual, no sé, pensaron que nos estaban invadiendo los rusos.

    –Buenas noches –les susurré al pasar a su lado.

    Y continuamos tomando la playa.

  55. Cuando vi la foto de Françoise Hardy en la Honda Four allá a finales de los sesenta quedé traumatizado para el resto de mi vida. Miraba a mi alrededor y veía a Lolita Sevilla o a Lina Morgan, o peor todavía las Sanglas o las Torrots. Me preguntaba por qué estaba condenado a la fealdad de esas mujeres o al esperpento de nuestras motos, me juré a mi mismo que no pararía hasta poder cabalgar a lomos de mis sueños eróticos y mecánicos.

  56. MGaussage
    domingo, 15/09/2019 a las 19:37
    Zeppi, le gustará saber sobre la violación inversa.

    No estoy seguro de querer saber sobre ello. Otra vuelta de tuerca.

  57. Hago parada y fonda en Haro, camino de vuelta, con el chaval casado; no me decidí a plantear el tema de la dote.
    En la iglesia me felicitó Ana Pastor, invitada de la contraparte. Tampoco me decidí a preguntarle por las contramemorias de la moqueta que tanto prometen.
    Es que estaba por otras cosas, como no puede ser de otra manera.

  58. Me dice mi amiga, Dª Mujerarbol ( Abatissa aquí ) , que cree que ha gafado al Chop Suey, que les había mandado un relato , y justo ha avisado D. Comerciante , en la Argos, que cierra el Fanzine…

    Otra más que está tristísima.

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