Hago esfuerzos por conducir lo divino que habita en mí hacia lo divino que habita en el universo, fueron las palabras finales de un filósofo hierático y reservado, similar a un oráculo, seguidor de Platón. La identificación con lo divino es un anhelo preciado para los místicos de todas las épocas y tradiciones culturales, incluyendo a los místicos occidentales cristianos. El pensamiento de Plotino sería enormemente valorado por filósofos posteriores, incluyendo a los padres de la Iglesia Católica, como el famoso San Agustín.
Filósofo místico del siglo III de nuestra era, Plotino es un destacado representante del neoplatonismo, cuya doctrina sostiene que el nivel más elevado de la filosofía no se alcanza a través de la experiencia y la razón (o logos), sino a través del éxtasis místico. Por lo tanto, para Plotino, el objetivo final de la filosofía es que el alma alcance su unión mística con Dios.
La escuela neoplatónica surgió en primer lugar en Egipto, en Alejandría, cuna de grandes intelectuales. Fue allí donde Plotino recibió instrucción en la afamada Biblioteca, y posteriormente su escuela se trasladó a Roma, donde se volvió muy popular y democrática, ya que atrajo a personas de diferentes edades, clases sociales y ocupaciones: ciudadanos nobles, necesitados e incluso el propio emperador, todos ellos fervientes buscadores de la verdad.
Su obra, corregida y compilada por su principal discípulo, y también su biógrafo, Porfirio, se encuentra en nueve volúmenes conocidos como Ennéadas, que hoy en día se consideran uno de los tratados filosóficos más sólidos de la antigüedad.