Ismael se encuentra en una situación desesperante. Atravesando una severa falta de inspiración, ha pasado los últimos dos años intentando sin éxito escribir su próxima novela. Los borradores que produce carecen de vida y no cumple con los plazos establecidos por su editor. Este bloqueo creativo ha llevado a Ismael a cuestionar cada palabra que escribe, algo que nunca antes le había sucedido. Pero su situación empeora aún más cuando su madre sufre un accidente y él se ve obligado a dedicar todas sus tardes a cuidar de su padre. Durante esas horas, Ismael será catapultado bruscamente a un momento congelado en su infancia, un recuerdo oculto que ha mantenido guardado dentro de sí durante todos estos años.
Por otro lado, Jasone, la esposa de Ismael, es la primera en leer y corregir los textos de su marido. Ha pasado años dedicada a su familia, dejando de lado su pasión por la escritura. Sin embargo, en el último año, ha estado pasando las noches frente al ordenador, creando a escondidas y retomando así su vieja pasión.
Cada uno de ellos juega con su propio secreto en medio de una marejada emocional en la que los silencios, como es habitual, hablan más que las propias palabras.
La casa del padre nos presenta a la escritora Karmele Jaio, que nos sumerge en una novela que explora la construcción y transmisión de la masculinidad, así como la profunda influencia del género en la vida de hombres y mujeres.
Jaio te lleva a lo que te quiere hacer sentir (Goizalde Landabaso, Radio Euskadi)
No hay duda de que los lectores disfrutan lo que escribe (Gema Lasarte, Argia)