Emily Norwing, la novena hija del fallecido Conde Ashby, se encuentra en una situación desfavorable tras la ruina económica de su familia a causa de las dotes que tuvieron que ofrecer para casar a sus ocho hermanas. Ahora huérfana, Emily queda bajo la tutela de su cuñado.
A sus diecisiete años, Emily es consciente de que su falta de dote la deja prácticamente sin posibilidades de encontrar un esposo. Sin embargo, desconoce su propia belleza e ingenio, cualidades que sorprenden a todos los que la conocen. El duque de Sylverston, un hombre experimentado y distante, queda impresionado por la belleza que emana de la joven señorita Norwing. Algo en ella despierta en él un instinto olvidado, reviviendo emociones que creía ya no sentir.
Aunque ambos saben que las circunstancias no les permiten estar juntos, el duque ha hecho un juramento y su honor le impide romperlo. A pesar de sus diferencias y de los dieciocho años que los separan, ambos se enfrentarán a lo inevitable: la atracción irrefrenable que sienten el uno por el otro.