Se recostó contra la pared, sincronizando su respiración. Debía calmarse, aparentar normalidad, especialmente si al abrir la puerta se encontraba con su padre o su madre. Incluso Herminia. Su hermana menor era persistente y estaba en la edad de fijarse en todo, seguirla, imitarla, necesitarla. Lo primero era dejar de temblar.
Victoria se enfrentaría a las consecuencias del traumático evento que acababa de vivir, mientras intentaba aparentar normalidad. No quería que nadie se enterara, pero cuando se miraba en el espejo del baño, al quitarse la ropa que ya nada podría limpiar (ni la lavadora, ni el jabón podrían borrar las huellas de esas asquerosas manos que habían impregnado su piel), se abrazaba a sí misma mientras las lágrimas brotaban.
Jordi Sierra i Fabra nació en Barcelona el 26 de julio de 1947. Es reconocido por su obra como escritor de literatura infantil y juvenil, así como por su trabajo como periodista musical. Su vocación como escritor era clara y firme desde muy temprana edad: confiesa que dio sus primeros pasos a los ocho años y a los doce ya había escrito su primera novela extensa, con quinientas páginas.
A pesar de su clara vocación, no contaba con la aprobación ni el entusiasmo de sus padres. Al terminar el bachillerato, lo obligaron a trabajar en una empresa de construcción durante el día y estudiar para ser aparejador durante la noche.
Ha dicho de su infancia: fui reprimido tres veces: por mi padre, por el régimen y por la escuela franquista. Sin embargo, su determinación y tenacidad son más fuertes que cualquier obstáculo, y sus constantes cartas semanales a la radio Cadena Ser lo llevaron a convertirse en uno de los fundadores de la revista El Gran Musical en 1968.
En 1970, pudo abandonar los estudios para convertirse en comentarista musical, lo que le permitió viajar por todo el mundo con grupos y artistas de renombre mientras cubría sus actuaciones y escribía reportajes.