En aquellos días, me deleitaba en la lectura de novelas policíacas. Acababa de adentrarme en una obra de Ross McDonald, cuyo título escapa de mi memoria, y me surgió el antojo de seguir sus pasos a mi manera, más como un tributo que como una parodia. Así fue como comencé y concluí, casi de un tirón, en el lapso de una semana, El misterio de la cripta embrujada. Desde entonces, nunca más he vuelto a escribir con tanta despreocupación, placer y productividad de las horas, como lo hice en aquel momento.
Las misteriosas desapariciones de niñas del colegio de las madres lazaristas de San Gervasio sirven como punto de partida para esta apasionante aventura investigativa protagonizada por un cliente del manicomio. Obligado a convertirse en detective, se ve envuelto en toda clase de percances de los que logra salir para cumplir su misión. A través de sus pesquisas, descubre una intrincada farsa protagonizada por personas adineradas.
A primera vista, la escritura de Mendoza parece equilibrada y suave al tacto. Sin embargo, se trata de un espléndido ejemplo de investigación literaria personal, desprovista de cualquier copia, que penetra en las posibilidades de invertir, sin violar a primera vista, las convenciones del relato tradicional. De esta manera, indaga, como un hábil detective, o como un personaje de una historia de Henry James, en el intricado dibujo que se nos revela en el dorso del tapiz de la trama. Esta farsa burlesca y sátira moral y social se fundamenta en la picaresca y en el modelo cervantino, y resulta ser una genuina obra de arte.
La narración de este audiolibro, llevada a cabo por Jordi Brau, merece una puntuación de 4.5 sobre 5. Con una duración de 5 horas y 9 minutos, sumerge al oyente en esta cautivadora historia llena de intriga y humor.