Con la llegada del ser humano, se pone fin al proceso de evolución natural y automática. El ser humano es el último resultado de la evolución inconsciente y marca el comienzo de la evolución consciente. Al principio, la evolución inconsciente es mecánica y natural, ocurriendo por sí sola. A través de esta forma de evolución, la conciencia se desarrolla. Sin embargo, en el momento en que la conciencia comienza a manifestarse, la evolución inconsciente se detiene ya que ha alcanzado su objetivo.
La evolución inconsciente solo es necesaria hasta el nacimiento de lo consciente. El ser humano ha llegado a ser consciente y, de alguna manera, ha trascendido la naturaleza. Ahora la naturaleza no puede hacer nada más, ya que la evolución natural ha llegado a su producto final. Ahora el ser humano tiene la libertad de decidir si evoluciona o no. En segundo lugar, la evolución inconsciente es colectiva, pero en el momento en que la evolución se vuelve consciente, se convierte en algo individual. Ninguna evolución colectiva y automática avanza más allá del género humano. A partir de aquí, la evolución se transforma en un proceso individual. La conciencia crea la individualidad.