G.K. Chesterton (1874-1936) nació el 29 de mayo de 1874 en Londres, en el seno de una familia acomodada. No tuvo el privilegio de aprender a leer hasta después de los ocho años, pero eso no lo detuvo en su pasión por el conocimiento. Estudió en el University College y en la Slade School of Art de 1893 a 1896, pero su verdadera vocación siempre fue la escritura.
En 1900, publicó su primera colección de poemas, demostrando así su talento como poeta. Sin embargo, fue en la narrativa donde realmente brilló. En 1904, lanzó su primera novela, El Napoleón de Notting Hill, una obra que capturó la imaginación de los lectores con su estilo único y su humor característico. Luego, en 1908, sorprendió al mundo literario con El hombre que fue Jueves, una novela que exploraba temas filosóficos y existenciales de una manera inigualable.
Después de una exitosa carrera como escritor, Chesterton decidió establecerse en Beaconsfield, un pintoresco pueblo al oeste de Londres. Allí, junto a su esposa, continuó escribiendo y viajando para dar conferencias, dejando huella en cada lugar que visitaba.
Durante los años 1913 y 1914, Chesterton contribuyó regularmente con el periódico Daily Herald, donde compartió sus perspicaces opiniones y reflexiones sobre diversos temas de interés público. Sin embargo, fue en 1914 cuando el autor sufrió una depresión física, una batalla interna que solo fortaleció su determinación para seguir escribiendo y luchando contra sus propios demonios.
Después de la Primera Guerra Mundial, Chesterton se convirtió en líder del movimiento Distributista, una filosofía económica y social basada en la justa distribución de la propiedad y los medios de producción. Su voz se hizo eco en la sociedad, defendiendo la dignidad del trabajador y poniendo énfasis en la importancia de la comunidad.
En 1922, Chesterton sorprendió nuevamente al mundo al convertirse del anglicanismo al catolicismo romano. Este hecho marcó un punto de inflexión en su carrera literaria, ya que su fe se convirtió en una parte integral de su escritura. Escribió extensamente sobre la religión, compartiendo su profundo amor por la Iglesia Católica y su admiración por grandes figuras como Francisco de Asís y Tomás de Aquino.
A lo largo de su vida, Chesterton fue reconocido por su genio literario. Recibió grados honoris causa de prestigiosas universidades como Edimburgo, Dublín y Notre Dame, en reconocimiento a su contribución al mundo de las letras. En 1934, fue nombrado Caballero de la Orden de San Gregorio el Grande, un honor que solo se otorga a aquellos que han demostrado un compromiso excepcional con la fe y la sociedad.
El 14 de junio de 1936, Chesterton falleció en su casa en Beaconsfield, Inglaterra. Sin embargo, su legado literario no murió con él. A lo largo de su vida, publicó cerca de 100 libros, dejando una marca indeleble en la literatura y convirtiéndose en uno de los escritores más influyentes del siglo XX.