El seis de septiembre de 1522, una deteriorada y casi hundida embarcación llegó al puerto de Sanlúcar de Barrameda con 18 marineros esqueléticos a bordo. Pocos lograron comprender que aquel buque era la Victoria, una de las cinco embarcaciones que habían partido de ese mismo puerto hacía casi tres años, y mucho menos sabían que aquellos miserables marineros acababan de completar la primera vuelta al mundo, demostrando así la redondez de la tierra.
Tras desembarcar en medio de patéticas demostraciones de emoción, los marineros besaron el suelo de la tierra que los había visto partir, abrazándose jubilosos entre ellos. Dejaban atrás tres años de sufrimiento, hambre, escorbuto, enfrentamientos con salvajes de todo tipo y 16 prisioneros de los portugueses, quienes se habían esforzado por evitar su triunfal regreso.
Esta es una historia de valentía y obstinación en la que un grupo de hombres se enfrentaron a los peores elementos y calamidades en todos los mares del mundo, cumpliendo así con una epopeya que marca uno de los hitos más importantes en la historia de la humanidad.